Para hacer avanzar el proyecto revolucionario en el estado español, y la misma capacidad de organización y lucha de la clase obrera y sus aliados, necesitamos una separación entre posiciones revolucionarias reales y falsas, entre personas de hechos y las que sólo lo son de palabra, pues, que no le quepa a nadie la menor duda, la revolución socialista es algo más que declaraciones y manifiestos en el espacio virtual.
Lo dice el sentido común, pero sobre todo nos lo enseña la experiencia de lucha acumulada por el movimiento obrero desde aquel lejano primer intento de tomar el cielo por asalto en las calles de París en 1871.
Lo dice el sentido común, pero sobre todo nos lo enseña la experiencia de lucha acumulada por el movimiento obrero desde aquel lejano primer intento de tomar el cielo por asalto en las calles de París en 1871.
Frente a la exaltación de la espontaneidad y el individualismo propio de la ideología burguesa y de las expresiones más retrasadas del movimiento obrero (p.ej. anarquismo), los marxistas siempre contrapondremos la organización como el factor determinante en el avance y el éxito de cualquier movilización. La pretendida libertad que opera frente a la organización y la aceptación de una disciplina colectiva, no es más que, como decía Gramsci hablando de las características principales de la asamblea, “irresponsabilidad, incompetencia, volubilidad y tumulto”[1]. La contradicción existente entre el que dice ser un órgano para la revolución socialista y su carácter individual o, como mucho, grupal, se vuelve irresoluble y convierte su existencia en una anécdota intrascendente para el desarrollo de la lucha de clases. Ni agitación, ni propaganda, ni mucho menos aun preocupación real por cómo llevar la política comunista a las masas obreras y populares; únicamente exaltación fatua del mismo individualismo que ya denunciara Lenin en su obra “Un paso adelante, dos atrás”, refiriéndose a los oportunistas Heine y Axelrod en su pretensión de tener libertad de escribir donde quieran sin rendir cuentas a nadie[2] . Tratar de empujar en el sentido de la revolución socialista al margen de la organización, es negar el carácter revolucionario del proceso, pues como también nos enseñara Lenin “el carácter de la estructura de cualquier institución está determinado por el contenido de la actividad de dicha institución”, y sin organización no hay avance revolucionario posible.
¿Qué ideología, programa y/o táctica revolucionaria puede ofrecer a la clase obrera y sus aliados quien no sólo no participa de la organización, elaboración colectiva y disciplina que se deriva de la militancia en un Partido de Nuevo Tipo de carácter leninista, sino que se jacta de su “independencia” y se constituye en unas especie de árbitro que adjudica premios y castigos a quienes de una forma más o menos acertada –la lucha de clases y el tiempo lo dirán- empeñan su proyecto vital a una empresa colectiva que, parafraseando a Kautsky, pretende constituirse en el arma que necesita el proletariado en la lucha de clases?
Sin organización y sin una práctica contrastada con la realidad, la existencia gracias a internet de unos medios de divulgación de masas a disposición de cualquier individuo que disponga del tiempo necesario para mantener un blog o una web, eleva a los altares de una seudo política y a una inconsistente y variable elaboración ideológica, a una serie de personas que, sin responder ni ante dios ni ante el diablo, pretenden marcar, desde su atalaya de autoproclamado intelectual, la verdadera senda que nos llevará a las alamedas victoriosas de la revolución socialista.
Es una realidad, la de estos foros y el facebook, totalmente ajena, no sólo a la clase obrera, sino también a la inmensa mayoría de personas que, en este momento de crisis estructural del capitalismo, ya participan de una u otra forma en la incipiente y progresiva articulación de la lucha obrera y popular, pero sobre la que , desgraciadamente, las personas que sí tenemos un compromiso militante concreto tenemos que perder un buen montón de nuestro tiempo contrarrestando los cinco minutos de gloria que todo tipo de cretino se abroga o le otorgan en medios que, nadie tenga la menor duda, jamás orientarán o dirigirán una lucha obrera o popular.
Para los y las comunistas la cuestión de la prensa (escrita o digital) es un debate permanente desde nuestros orígenes. Por algo será que el Manifiesto Comunista dedica su tercer capítulo a la literatura socialista y comunista, y alguno de los debates más enriquecedores entre bolcheviques y mencheviques se dieron en torno al papel que debía jugar Iskra y cómo conformar su redacción. Testigo que hoy cogemos las organizaciones comunistas dedicando todo tipo de recursos a la elaboración de nuestra prensa en papel, a la digital y revistas teóricas. Recursos económicos, tiempo de elaboración y distribución, pero sobre todo, debate para determinar el papel que debe jugar nuestro trabajo de propaganda dirigido a la clase obrera. Un esfuerzo colosal al que se dedican muchos esfuerzos individuales para llegar a una conclusión colectiva, que guía una buena parte de las capacidades militantes posicionando al Partido y a su militancia respecto a los elementos fundamentales de la lucha de clases.
La individualidad al servicio de lo colectivo. Una tarea ingente y fecunda orientada a la acción, sobre la que existen canales de crítica y autocrítica que la desarrollan y mejoran al margen de la evolución de determinadas personalidades. Una vacuna contra el oportunismo y los más diversos tipos de patologías ególatras de los que llenan las estanterías de sus hogares con sus propias “obras completas”, que nadie conoce más allá de las pocas personas dispuestas a perder su tiempo leyendo y debatiendo sobre pretenciosos textos que responden, exclusivamente, a inquietudes –muchas veces obsesivas- que nada son y nada serán en la lucha de clases.
Pues, ante este panorama, debemos actuar hoy quienes sí estamos organizados y respondemos de nuestro trabajo ante órganos colectivos, aceptando su centralidad y superioridad frente a la idea individual. Ciertamente no es esta situación patrimonio exclusivo de los marxistas–leninistas, también reciben su dosis de tiros de “solitario francotirador” las “angelicales” organizaciones reformistas. Nadie se salva de estas personas, que tienen la suerte de poder consultar a su comité central en la almohada y reunir el congreso semanalmente entorno a la mesa camilla mientras plácidamente se toman una infusión de no se sabe bien qué tipo de hierba.
Benigno Pérez
[1] Antología Antonio Gramsci s.XXI pag 95
[2] Obras escogidas Ed. Progreso Tomo 1 pag 450-451
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