Por Mijaíl Kilev
¿Cuáles son los rasgos característicos que definen la autoridad de
Stalin, que han edificado esta fuerza, este amor popular, esta
influencia reconocida por todos, con la cual lograba conseguir lo
imposible, construir una obra histórica épica?
Vamos a intentar enumerar brevemente los principales rasgos que
caracterizan a Stalin, a través de los testimonios de sus más cercanos
colaboradores, camaradas y amigos, tal como lo veían y lo han descrito.
Hemos distinguido los rasgos siguientes: 1. Conocimiento profundo del
marxismo-leninismo; 2. Devoción a la revolución, al socialismo y a los
intereses de los trabajadores; 3. Principios inquebrantables; 4. Una
lógica de hierro, un gran intelecto, espíritu clarividente y lenguaje
comprensible; 5. Decisión, firmeza y exigencia sin compromisos; 6.
Talento organizador colosal; 7. Capacidad excepcional de trabajo; 8.
Simplicidad y modestia en el trabajo, en su modo de vida, en sus
relaciones con la gente.
1. Conocimiento profundo del marxismo-leninismo
Desde su más temprana edad, Stalin toma conocimiento del marxismo-leninismo. Stalin dice de sí mismo: «entré
en la lucha revolucionaria a los 15 años, cuando me puse en contacto
con los grupos marxistas rusos que se encontraban en el Cáucaso. Estos
grupos tuvieron una gran influencia sobre mí, y me despertaron el gusto
por la literatura marxista clandestina». [180]
Y su compañero de escuela, Shota Ivanovich Kvantaliani, escribe: «Cuando era alumno en el seminario, Stalin copió a mano «El Capital» de Marx, porque no teníamos más que un ejemplar». [181]
Según un proverbio latino, «quien escribe, lee dos veces». Es
así como Stalin estudió «El Capital» de Marx. Y más tarde, participando
en las luchas revolucionarias, transformándose en un revolucionario
profesional, estudió las obras del marxismo-leninismo, así como las
teorías de filósofos burgueses y, particularmente, trabajos históricos.
Sus seis deportaciones a Siberia, donde estudió a los clásicos, le
fueron tan beneficiosas como seis universidades. Molotov escribe: «Stalin leía mucho, mostraba interés por temas diversos. Trabajaba mucho sobre sí mismo».[182]
Y también: «Stalin absorbía muy rápidamente las novedades, poseyendo una muy gran capacidad de aprendizaje». [183]
Stalin desarrolló y amplió temas importantes de la teoría
marxista-leninista, prosiguió la obra de Lenin sobre las condiciones
complejas de la edificación del socialismo. Esta edificación no era un
acto espontáneo, se realizaba según un análisis concreto y profundo de
las condiciones de la lucha de clases. Esto representa un desarrollo
creador del marxismo-leninismo en las nuevas condiciones históricas.
Molotov escribe: «Stalin ha dejado una herencia histórica valiosa
sobre la cuestión nacional, sobre la industrialización, sobre la
colectivización, sobre la guerra. Se nos puede decir que la guerra no es
una teoría, pero sí una práctica. No, no es sólo práctica. Stalin ha
dejado muchos escritos sobre este tema. Veía lejos y hondamente». [184]
La herencia histórica de Stalin es, en el fondo, la continuación de
la teoría marxista-leninista en las nuevas condiciones históricas del
siglo XX. Después de la muerte de Lenin, era el marxismo-leninismo
creativo y victorioso.
2. Devoción a la revolución, al socialismo y a los intereses de los trabajadores
Respondiendo a las innumerables felicitaciones recibidas por su 50º Aniversario, Stalin escribió:
«Pueden
ustedes no dudar, camaradas, que estoy dispuesto a dedicar todas mis
fuerzas, todas mis capacidades, y si hace falta, toda mi sangre, gota a
gota, a la obra de la clase obrera, a la revolución proletaria y al
comunismo mundial». [185]
Que Stalin permaneció fiel a la teoría marxista-leninista y dedicó su
vida a la victoria de la revolución, de la edificación del socialismo,
de la Gran Guerra Patria, es una verdad histórica.
Molotov dice: «sólo el hecho de que haya podido erradicar
completamente la propiedad privada en un gran país como el nuestro,
muestra su intelecto y su fidelidad a la teoría de Marx y de Lenin». [186]
Y también: «ninguna persona después de Lenin puede ser comparada
con Stalin. Ni yo, ni Kalinin, ni Dzerzhinski, ni otros, habríamos hecho
una décima parte de lo que hizo Stalin». [187]
Uno de los colaboradores próximos a Stalin, el general Shchemenko, escribe: «El trabajo era su vida. Por ejemplo durante la guerra, Stalin no descansaba ni un instante». [188]
Después de la guerra, Stalin tuvo la iniciativa de suprimir, ya en
1947, el sistema de racionamiento por cartillas de compras en la URSS,
mientras, en países como Inglaterra o Francia, seguían vigentes. Molotov
escribe a este propósito: «Después de la guerra, de 1947 a 1954,
bajamos los precios siete veces, dividiéndolos por dos o por tres. Era
extraordinario. Aún cuando Inglaterra tenía todavía el sistema de
cupones durante este período». [189]
Los colaboradores próximos a Stalin citan muchos ejemplos y hechos
que confirman la preocupación de Stalin por las masas trabajadoras: «había
un hecho interesante que concernía al Mariscal Vasilevski. Me había
contado cómo Stalin le había invitado a su casa. Había empezado por
hacerle preguntas sobre su familia. Su padre era un simple sacerdote y
Vasilevski no mantenía ya ninguna relación con él. Stalin lo sabía. No
debe olvidar a sus padres -le dijo Stalin-, y usted tendrá por mucho
tiempo que deberme algo. Fue a coger de un cajón un dossier lleno de
giros postales. Stalin había mandado regularmente dinero al padre de
Vasilevski, haciéndole creer que provenía de su hijo. Me quedé mudo,
contaba el Mariscal». [190]
Se conservan muchas cartas de Stalin a sus próximos. Citaremos dos cartas a su madre, Elena Dzhugashvili:
«I. V. Stalin a E. Dzhugashvili, el 22 de diciembre de 1931.
¡Hola, mamá mía!:
He recibido tu carta. Felizmente no nos olvidas. Me siento
culpable por no haberte escrito últimamente. Demasiado trabajo se ha
acumulado en mi cabeza y no he conseguido encontrar un momentito para
escribirte.
Cuídate. Si te falta algo, escríbeme. Nadia te envía el medicamento. Sé fuerte y goza de buena salud.
Yo me encuentro bien.
Vive mil años. Tu Sosso». [191]
«I. V. Stalin a E. Dzhugashvili, el 24 de marzo de 1934.
¡Hola mamá mía! :
He recibido tu carta, así como la mermelada y los higos. Los niños
se han alegrado mucho de ello y te mandan sus agradecimientos y sus
saludos.
Estamos contentos de que te encuentres bien y que tengas el
espíritu alerta. Estoy bien de salud, no te preocupes por mí. Resistiré a
mi destino. No sé si necesitas dinero. Te envío 500 rublos, por si
acaso. Te envío unas fotos, la mía y la de los niños.
Que tengas buena salud, mamá mía. Se fuerte. Te mando un abrazo. Tu hijo Sosso». [192]
3. Unos principios inquebrantables
Estos principios concernían a todos, tanto a sus colaboradores, como a
su familia. El antiguo ministro de Agricultura, I. A. Benediktov,
escribe al respecto: «Ninguna consideración de amistad o de fidelidad
personal hacia Stalin, ni sus relaciones familiares, tenían prioridad.
Al contrario, era más exigente y más severo hacia la gente con la cual
simpatizaba. Pienso en Molotov, Aiukov, Vonesenski, el constructor de
aviones Yakovlev y algunos otros. Los intereses del país, del
socialismo, estaban por encima de todo.» [193]
El hijo adoptivo de Stalin, Artem decía: «Yákov y yo, nos hicimos
artilleros, y Vasili, piloto. Los tres, partimos hacia el frente. Desde
el primer día, Stalin llamó por teléfono para que fuésemos movilizados
inmediatamente. Este fue el único privilegio que hemos conseguido de él
como padre (…) Hay cartas de Vasili a su padre. En una de ellas le pide
que le mande dinero: se había creado una cantina en su división, y
también pretendía que le hicieran un uniforme nuevo. Nuestro padre le
dijo: 1. Que yo sepa, el aprovisionamiento del Ejército Rojo es
suficiente. 2. Un uniforme particular para el hijo de Stalin en el
Ejército Rojo, no está previsto. Así, Vasia no recibió ningún dinero.» [194]
También está la historia del hijo de Stalin, Yákov: «En 1941,
Yákov es apresado por los alemanes. Estos últimos intentan en vano
utilizarlo contra la URSS. Los alemanes conciben, en 1943, la propuesta
de intercambiar a Yákov por el Mariscal Paulus*. Stalin no hace nada. A
la observación de Molotov de que Yákov era, a pesar de todo, su hijo,
Stalin contestó: En el frente, todos son mis hijos». [195]
[*Mariscal Friedrich Paulus, general en 1939, especialista en carros
de combate. Jefe del Estado mayor alemán y Mariscal desde las campañas
de Polonia y de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Prepara la
invasión de la URSS. Cercado en Stalingrado, se rinde el 31 de enero de
1943 con los 91 000 supervivientes de su ejército. Es el giro de la
guerra, el principio de la derrota alemana... (nota del traductor.
Fuente: Enciclopedia Larousse)]
Hay periodistas que utilizan este hecho para hablar de la «crueldad»
de Stalin. ¿Y cómo hubieran reaccionado los padres de miles de presos de
guerra que no podían ser canjeados? ¿Y todas las víctimas de la batalla
de Stalingrado, renegados de un sólo golpe?
Los falsos humanistas no pueden contestar a estas preguntas.
Cuando Yákov fue asesinado por los alemanes en 1943, Stalin ahogó su pena hasta el final de la guerra. Como dice Molotov: «Stalin
no compartía su pena, ni siquiera con sus allegados más cercanos. El
único a quien se había abierto, era a su antiguo amigo de Tbilisi
(ciudad donde Stalin pasó su juventud – nota del traductor), Kafiaradze,
a quien había visitado en su casa después de la guerra. En el desayuno,
Stalin le dijo en voz baja: «Han matado a mi hijo, el Georgiano», y con
un gesto ritual, había mojado pan en el vino y lo había depositado
sobre la mesa. Después, no volvió nunca más sobre esta cuestión». [196]
4. Una lógica de hierro, un gran intelecto, espíritu clarividente y lenguaje comprensible
Los más próximos colaboradores de Stalin hablan de sus cualidades. Molotov dice: «No
había y no hay hombre más metódico, más talentoso que Stalin. Nadie
después de la muerte de Lenin se orientaba mejor que él en cada
situación. (…) Le reconozco como un gran hombre irremplazable». [197]
Y también: «Stalin tomaba apuntes personalmente de las reuniones, o
dictaba a Poscribichov. Formulaba todo muy exactamente, muy
rápidamente, y no sólo a grandes rasgos. La mayoría de las veces,
entregaba un documento acabado». [198]
El Mariscal Zhúkov escribe: «Sus capacidades intelectuales, su
experiencia en la dirección política, su gran conocimiento de los hechos
y su increíble intuición, permitían a Iósif Vissariónovich Stalin
dirigir las operaciones militares. Era capaz de encontrar el punto
sensible de la situación estratégica, y lo aprovechaba para
contrarrestar al enemigo, trasformando la operación en ofensiva. Sin
duda alguna, merecía ser el comandante en jefe». [199]
El Mariscal Vasilevski escribe: «I. V. Stalin poseía no sólo un gran intelecto, sino también conocimientos asombrosamente amplios». [200]
Para demostrar cómo el Comandante Supremo apreciaba la situación
estratégica naciente en el Cáucaso, y en qué dirección tenía la
intención de dirigir las futuras operaciones de nuestros ejércitos en
ese sector del frente, citaré un telegrama de Stalin, dictado el 4 de
enero de 1943, al Estado mayor del frente del Cáucaso, dirigido al
General del ejército, J. V. Tiulenov. Lo cito para demostrar el valor de
Stalin como Comandante Supremo, como hombre de acción que dirigía
fuerzas armadas a una escala grandiosa. Hay muchos más documentos sobre
la guerra, procedentes de Stalin en persona, donde se puede constatar
cómo resolvió problemas operacionales y estratégicos muy importantes.
Este telegrama, así como muchos otros documentos, permiten apreciar la
competencia militar del Comandante Supremo. He aquí el texto:
«En primer lugar: el enemigo se retira de Cáucaso del Norte,
incendiando los almacenes y destruyendo las carreteras. El grupo del
Norte de Maslennikov se transforma en grupo de reserva, que tiene por
tarea seguir ligeramente al enemigo. No tenemos ningún interés en echar
al enemigo del Cáucaso del Norte, sino más bien en retenerlo, cercarlo y
atacarle con el grupo del Mar Negro. Por esta razón, el centro de la
operación del frente del Cáucaso, es transferido al sector del grupo del
Mar Negro, lo que no entienden ni Maslennikov, ni Petrov.
En segundo lugar: carguen inmediatamente el 3º cuerpo de
infantería del sector del grupo del Norte, y transfiéranlo a una
velocidad acelerada al sector del grupo del Mar Negro. Maslennikov puede
poner en acción al 58º ejército que está en reserva e inactivo allí, y
podría ser muy útil en caso de una ofensiva con éxito.
La primera tarea del grupo del Mar Negro es la de ocupar
Tikhoretskaya, por el lado Oeste, para impedir que el enemigo pueda
sacar su material. Tendrán la ayuda del 51º ejército y, eventualmente,
del 28º.
Su segunda tarea, y la más importante, es destinar una columna
potente para la composición del grupo del Mar Negro que tomará Bataisk y
Azov, entrará en Rostov por el Este, y encerrará al grupo enemigo del
Cáucaso Norte, con el objetivo de hacerlo preso de guerra, y
aniquilarlo. En esta tarea, le ayudará el flanco izquierdo del frente
Sur de Eriomenko, quien tiene por tarea tomar posición al Norte de
Rostov.
En tercer lugar. Ordene a Petrov que empiece su ofensiva en el
plazo previsto, sin un segundo de demora, y sin esperar la llegada de
todas las reservas. Petrov siempre ha estado a la defensiva y no tiene
mucha experiencia en ofensiva. Explíquele que tiene que contar cada día,
cada hora.
En cuarto lugar. Vaya inmediatamente a la zona del grupo del Mar Negro y asegure la ejecución de la presente directriz».
Todo el mundo comprendía que esto quería decir: «impedir que los
alemanes saliesen del Cáucaso y detener su reagrupamiento, cuando hasta
la víspera se introducían de manera insolente en el Sur, hacia el
Elbruz, hacia Georgia y Azerbaiyán. Esta era la tarea a la orden del
día». [201]*
[*Es la interrupción de este avance de los alemanes hacia el petróleo
ruso del Mar Caspio, tres semanas antes de la batalla de Stalingrado,
lo que permitió el triunfo en esta última, que fue decisiva para el
desenlace de la guerra (nota del traductor)]
A propósito de la lógica de hierro de Stalin, W. Churchill escribe: «Stalin
era un hombre de una energía inusitada, (…) despiadado en las
discusiones, a quien yo mismo, formado en el Parlamento británico, no
podía oponer nada». [202]
Y el Mariscal Vasilevski escribe que jamás vio una memoria igual, su memoria era excepcional. [203]
A diferencia de los teóricos Marx, Engels, y Lenin, Stalin tenía el
don de explicar, hasta los problemas teóricos más complejos, en un
lenguaje simple y claro, comprensible para todo el mundo. Es por eso que
los trabajadores le entendían cuando se dirigía a ellos para
explicarles la política del PCUS y del gobierno soviético.
El escritor Máximo Gorki decía de Stalin: «Es un hombre con una inteligencia profunda y un corazón enorme». [204]
Éstas son las apreciaciones de los que lo conocían de cerca y habían trabajado con él.
5. Decisión, firmeza, rigor y exigencia sin compromisos
Estas cualidades de Stalin se habían formado y templado en las
luchas, los arrestos y las deportaciones en los años anteriores a la
Revolución de Octubre. Salían a flote en los sufrimientos por las
dificultades encontradas en el camino de la edificación del socialismo y
de la Gran Guerra Patria.
L. M. Kaganóvich escribe que, ya en la época de Lenin: «en 1922,
Preobrazhenski tomó la palabra para decir que Stalin estaba en dos
Comités –el de las cuestiones nacionales, y el de la inspección obrera y
campesina-. Lenin contestó que Stalin era el único en conocer la
cuestión nacional, y que para la inspección hacía falta una mano firme». [205]
Y Kaganóvich escribe también: «I. V. Stalin era de hierro, entero,
siempre movilizado interiormente.» [206] El antiguo Ministro de
Agricultura de la URSS, I. A. Benediktov escribe: «La responsabilidad
por los errores era individual y concreta. No como ahora, cuando miles
de millones se esfuman pero no se encuentra ningún culpable. En nuestra
época, una situación así era simplemente inconcebible. Un ministro que
hubiera sobrepasado el presupuesto en dos o tres millones de rublos
(equivalentes a 2 ó 3 millones de dólares – nota del traductor)
arriesgaba no sólo su puesto, sino también su vida. A lo mejor esto les
parecerá cruel a algunos, pero desde el punto de vista de los intereses
del pueblo, del Estado, esta actitud está totalmente justificada, según
mi opinión.» [207]
Este rigor y esta exigencia sin compromisos por parte de Stalin
fueron decisivos durante la Guerra Patria. El Mariscal Zhúkov escribe a
este propósito: «Por su exigencia inquebrantable, Stalin lograba lo imposible.» [208]
Y el Mariscal Vasilevski escribe: «Un componente del estilo de
trabajo de I. V. Stalin como Comandante en Jefe, era su gran exigencia.
Su tono era severo, lo que estaba totalmente justificado en las
condiciones de la guerra. No perdonaba jamás la inexactitud en el
trabajo y la incapacidad de llevar un asunto hasta el final, incluso si
esto era el hecho de un camarada irreprochable que no había recibido
observación alguna anteriormente.» [209]
El Mariscal Vasilevski da el ejemplo siguiente: «Temprano, en la
mañana del 17 de agosto de 1943, estaba en las primeras filas del mando
del 46º ejército. Recibí de Stalin el telegrama siguiente:
«Al Mariscal Vasilevski. Son las 3h. 30 del 17 de agosto, y no ha
tenido todavía la cortesía de enviar al Mando Supremo el informe sobre
la operación del 16 de agosto y su estimación sobre la situación. Desde
hace mucho le había pedido que enviara al final de cada día, como
representante del Mando Supremo, los datos específicos de la operación.
Casi siempre se ha olvidado de su obligación y no ha enviado informe al
Mando Supremo.
El 16 de agosto es el primer día de una operación de gran
importancia en el frente Suroeste, donde usted es el representante del
Mando Supremo. A pesar de todo, usted se ha permitido olvidar su deber
acerca del Mando Supremo y no mandar los datos esperados. Le aviso, por
última vez, que si usted se permite una sola vez más olvidar su deber
acerca del Mando Supremo, será apartado del puesto de jefe del Estado
mayor y retirado del frente.»
Este telegrama me causó pavor. Durante todos los años de mi
servicio, pasados en ejército, no sufrí ni la más mínima observación
hacia mí. Todo mi error en el presente caso, consistía en el hecho de
que el 16 de agosto, encontrándome en los ejércitos de Glagolev, como
representante del Mando Supremo efectivamente retrasé por unas horas el
informe regular. Durante todo mi trabajo con Iósif Stalin, sobre todo
durante la Guerra Patria, sentía siempre su gran atención, diría incluso
una preocupación excesiva hacia mí, que me parecía no merecer. ¿Qué
pasó? Después de mi regreso al puesto de mando del frente, llamé
inmediatamente a mi primer sustituto en el estado mayor, A. I. Antonov.
Sentía que estaba tan emocionado por lo que había sucedido que intentaba
tranquilizarme por todos los medios. Me dijo que mi informe, el que
Stalin me había reclamado, había llegado al Mando Supremo, pero después
del envío del mensaje de Stalin. Antonov añadió, tranquilizándome, que
Stalin le había dado la consigna de no comentar con nadie el contenido
de esta carta y conservarla personalmente. Me confió también que el
débil avance de la ofensiva en los frentes de Vorónezh y del Suroeste
inquietaba mucho al Comandante Supremo. No habiendo recibido mi informe,
Stalin había intentado localizarme por teléfono, sin lograrlo. Y
entonces había dictado a Antonov el texto mencionado.
Añadiré solamente que Stalin siempre era tan categórico. Exigía
una disciplina igual para cada uno de los representantes del Mando
Supremo. Teníamos derecho a desplazarnos según nuestro criterio, pero
sólo en los límites de los frentes de los cuales debíamos coordinar las
acciones. Para ir a otro frente hacía falta una autorización especial
del Comandante Supremo. Considero que la falta de relajación hacia los
representantes del Mando Supremo estaba justificada por los intereses de
la dirección operacional de las batallas. El Comandante Supremo seguía
muy atentamente el desarrollo de los acontecimientos en los frentes,
reaccionaba con prontitud a todos los cambios ocurridos y llevaba con
firmeza la dirección de los ejércitos». [210]
Hay personas mal informadas, o políticamente comprometidas, o
enredadas (manipuladas) por la propaganda imperialista que dicen: «no es
exigencia, es crueldad». El hecho es que este comportamiento significa
una responsabilidad excepcionalmente grande ante la Patria y el pueblo,
en las crueles condiciones de la lucha decisiva para el país. Esta
exigencia no sólo era indispensable, sino inevitable y útil para el
desarrollo victorioso de la URSS y principalmente para la victoria de la
Gran Guerra Patria.
Vamos a citar una vez más al Mariscal Vasilevski sobre este tema: «quisiera
subrayar otra vez, que los ejércitos soviéticos resistieron, retuvieron
la presión del enemigo que nos sobrepasaba en potencia y en armamento,
gracias al gran papel que jugó la dirección infalible del Comité Central
del Partido y del Comité de Estado para la Defensa, con Stalin a su
cabeza». [211]
El Mariscal Vasilevski escribe también: «en mi memoria Stalin permanece severo, con una gran voluntad como dirigente militar, combinada con un encanto personal». [212]
En lo concerniente a su encanto, el Mariscal K. K. Rokossovski,
citando una de las innumerables discusiones que había mantenido con
Stalin durante la guerra, escribe: «Tomé el auricular y me anuncié.
Como respuesta oí la voz tranquila y monótona del Comandante Supremo.
(…) Le expuse las medidas del contraataque previstas. «Les rogamos
resistan todavía cierto tiempo, nosotros les ayudaremos». Su voz cálida y
paternal daba seguridad, vigor, amparaba moralmente». [213]
6. Colosal talento organizador
Las cualidades organizadoras de Stalin se demostraron ante todo
durante la guerra, cuando tomó sobre sus hombros el peso de la
responsabilidad histórica en el Partido, en el Estado y en el Ejército.
Durante estos años era:
-Secretario General del Comité Central del Partido Comunista,
-Primer Ministro de la URSS,
-Ministro de Defensa de la URSS,
-Presidente del Comité de Estado para la Defensa de la URSS,
-Comandante Supremo de las fuerzas armadas de la URSS.
La concentración de tantas grandes responsabilidades (sin aumento de
salario) por una sola persona, en un gran país como la URSS, no tiene
precedente en la historia de la humanidad. Hay personas mediocres que no
se imaginan la pesadez de tal tarea: los que han considerado este hecho
como un centralismo antidemocrático, y lo han llamado «totalitarismo».
Pero la vida y la práctica social han demostrado la necesidad de tal
centralización en las condiciones históricas concretas de la aguda lucha
de clases.
En los años de la edificación del socialismo en la URSS, la lucha de
clases era despiadada. Para resistir y para que el socialismo triunfase,
hacía falta una disciplina de hierro, una constante vigilancia
revolucionaria y una gran centralización de la dirección del país. Los
millones de habitantes de la URSS lo entendían, y llevaban con
entusiasmo el nombre de Stalin en todas las batallas, tanto en la vida
civil como en el frente.
Son esta confianza y esta estima hacia su dirigente, las que han
permitido realizar los éxitos socialistas en unos plazos muy cortos: la
industrialización, la colectivización, la revolución cultural y la
preparación del país para la guerra. El papel decisivo para estos éxitos
fue interpretado sin duda alguna por los cuadros dirigentes del Partido
Comunista y del país, bajo la dirección de Stalin.
S. M. Kírov decía, en 1934, el año de su trágica muerte, que Stalin poseía una «voluntad potente y un talento organizador colosal». [214]
Las cualidades personales de Stalin y, en primer lugar, sus
capacidades organizadoras se han revelado como el factor decisivo para
los éxitos de la URSS.
La autoridad de Stalin esparcía esperanza y optimismo y daba valor a
las masas, que estaban dispuestas a sacrificarse para la ejecución de
los planes del partido.
La centralización de todo el poder de la Unión Soviética en manos de
una persona, cuya autoridad inspiraba confianza, esperanza y optimismo,
se ha revelado todavía más útil en los años de guerra.
El Mariscal Vasilevski escribió:
«Stalin no era un militar profesional. ¿Estaba justificado
entonces que fuese escogido para estar a la cabeza del Mando Supremo?
Sí, sin duda alguna, estaba justificado (…) En este periodo
extremadamente difícil, siguiendo la experiencia de Lenin en la guerra
civil, la mejor solución era la concentración de las funciones de
dirección del Partido, del Estado, de la economía y de las operaciones
militares, en manos de una sola persona. Debíamos organizar al país como
un campo militar, hacer del frente y de la retaguardia un todo unido,
someter todas nuestras fuerzas a la tarea del aniquilamiento de los
conquistadores fascistas alemanes. Y, cuando Stalin, como Secretario
General del PCUS, presidente del Consejo de los comisarios del pueblo,
presidente del Comité de Estado a la Defensa, se hizo comandante en jefe
y Comisario del pueblo para la defensa, las posibilidades de victoria
en la guerra se ampliaron considerablemente.
Una unificación así de las funciones de dirección del Partido, del
Estado y de la dirección militar en la persona de Stalin, no
significaba que en los años de guerra decidiera todas las cuestiones por
su simple voluntad». [215]
A. M. Vasilevski, también escribe:
«Puedo proporcionar documentos que testifican sobre el gran papel
del Comandante Supremo en la dirección de los frentes, que demuestran
que estaba a la altura tanto como organizador que como dirigente de las
acciones de nuestros ejércitos». [216]
El Mariscal Zhúkov escribe:
«El Comandante Supremo -por su organización de todos los
suministros necesarios para las operaciones, la constitución de reservas
estratégicas, la organización de la producción del material de guerra
y, en general, por la creación de todo el contingente necesario para la
guerra- se mostró como, diría yo directamente, un gran organizador.
Sería injusto no reconocerlo». [217]
Y el Mariscal Zhúkov subraya: «Sin duda alguna, Stalin era un Comandante en jefe meritorio». [218]
Tales son los hechos y las realidades históricas.
Son convincentes. Muestran lo acertado de la dirección del país por Stalin.
En presencia de hechos y de pruebas de esta índole, es triste ver
algunos científicos, profesores y académicos, escribir todavía para
«demostrar» que la URSS en la época de Stalin tenía una dirección
«totalitaria», denominando su poder: «totalitarismo estalinista», según
fórmulas elaboradas por las agencias y las oficinas de la CIA.
Después de todo lo que hemos expuesto más arriba sobre los méritos
del Comandante Supremo para la victoria sobre Alemania, y para los
éxitos innegables de la edificación del socialismo bajo su dirección, de
los cuales han atestiguado grandes dirigentes militares del Ejército
soviético, es apenas necesario demostrar la injusticia de tales
afirmaciones.
Señalaremos a pesar de todo:
1) La noción de «totalitarismo» viene del término en latín tardío
«totalis» que quiere decir: entero, pleno. En política, significa la
concentración de todo el poder, del pleno poder en manos de una sola
persona o de un organismo estatal.
2) La noción de «totalitarismo estalinista», es introducido en el
vocabulario político contemporáneo por los enemigos del socialismo para
oponerla al poder capitalista supuestamente democrático, que no sería
centralizado, que no sería, entonces, totalitario. El objetivo final es
el de criminalizar al poder de los Soviets («Consejos» – nota del
traductor), presentándolo como un poder antidemocrático.
3) La concentración de un poder enorme en manos de una sola persona,
en las condiciones históricas de realización de una sociedad socialista,
única en el mundo, y de una terrible guerra, fue necesaria y útil, con
la condición de una política justa.
F. Engels escribe a este propósito: «cuando se me habla de
autoridad y de centralización como de dos cosas condenables en todas
circunstancias, entonces me parece que los que hablan de eso, o son
revolucionarios únicamente de boquilla, o no saben lo que es la
revolución… Precisamente, la centralización y la autoridad fue lo que le
faltó a la Comuna de París». [219]
4) La concentración del poder en manos de una sola persona no
significa la toma de decisiones individual. Es más bien lo contrario:
durante todo el período de la edificación del socialismo y durante los
años de guerra, Iósif Stalin como dirigente, consultaba y se apoyaba
sobre el colectivo de especialistas en el Comité Central del Partido
Comunista, sobre los especialistas cualificados y los ministros del
Consejo de Ministros, así como sobre el Estado mayor del Ejército
Soviético, y sobre la experiencia de los comandantes de los frentes
durante los años de guerra.
5) La decisión de conciliar un poder enorme en manos de Stalin, se ha
demostrado justa y clarividente. Estaba fundamentada sobre sus
cualidades personales. Porque bajo su dirección los pueblos soviéticos
han alcanzado victorias históricas inauditas -la edificación del
socialismo-, sin disponer de ningún otro ejemplo de una sociedad sin
clases, y la victoria sobre la barbarie fascista, cuya potencia era
claramente superior.
Desde luego, la personalidad y las cualidades del que tiene el poder
son decisivas para la utilización victoriosa de éste. Stalin poseía
estas cualidades y esta personalidad.
Pero lo que es todavía más importante: ¿qué intereses favorece este poder?
En la época de Stalin, este poder sirvió a los intereses vitales de
las masas trabajadoras, cumpliendo un papel progresista, revolucionario e
histórico.
En cambio, si la concentración del poder está en manos de monarcas,
de presidentes o de organismos burgueses, sirviendo los intereses de la
clase explotadora, esto quiere decir que es antipopular, antidemocrático
y reaccionario.
Por consiguiente, el fenómeno social que emana de la concentración del poder puede ser negativo o positivo.
El poder descentralizado –«no totalitario»- de los grandes países
capitalistas, es reaccionario, antipopular y antidemocrático, ya que
sirve a los intereses de una minoría explotadora, la clase capitalista.
Es espeluznante que haya intelectuales y científicos que puedan
utilizar la noción de «totalitarismo», cuyo objetivo evidente es el de
calumniar y de denigrar el poder soviético, principalmente el de la
época de Stalin. Esto significa que siguen «masticando» y «chupando» el
biberón de este invento plagado de sinsentido: el «culto» a la
personalidad de Stalin.
Es imperdonable que algunos científicos pongan el signo de igualdad
entre dictadura fascista y dictadura del proletariado. No quieren ver,
ni reconocer la diferencia fundamental entre la dictadura fascista del
gran capital financiero burgués y la dictadura del proletariado, que
reconoce y asegura la transición victoriosa del capitalismo al
comunismo.
Citaremos aquí al disidente soviético, A. Zinóviev: «Occidente ha
impuesto a la humanidad una visión errónea del fascismo y del comunismo
como fenómenos similares, como variantes de un «totalitarismo»
cualquiera. ¡Y millones de personas se han tragado esta mentira de la
ideología occidental!». [220]
7. Una capacidad excepcional de trabajo
Una característica de Stalin, a lo largo de toda su vida, era su gran capacidad de trabajo.
B. Bajanov, antiguo secretario de Stalin, dice: «Sobre la mesa de
despacho de Stalin había muchos libros y manuscritos. Stalin leía y
escribía mucho, a fin de prepararse para las discusiones y los
discursos». [221]
V. M. Molotov escribe en sus memorias: «Muchos decretos, a menudo
cientos por semana, eran adoptados por el Consejo de Ministros. La URSS
es un país inmenso. Todos los decretos eran preparados en paquetes por
Poscribichov, y eran sometidos a Stalin para la firma. Montones enormes.
Era difícil tan sólo quitarles los nudos a sus ataduras. Sin embargo,
todos salían con la firma de Stalin». [222]
Su actividad no cesaba ni en el Kremlin, ni su domicilio en Kuntsevo
(Cerca de Moscú – nota del traductor). Se paraba sólo para dormir.
De la capacidad de trabajo de Stalin, atestiguan sus más próximos
colaboradores, que trabajaban día y noche con él. Por ejemplo, S. M.
Shchemenko escribe: «Stalin introdujo en el Estado mayor el trabajo
de día y de noche, y reglamentaba personalmente el tiempo de trabajo del
equipo dirigente. El Comandante Supremo escuchaba los informes tres
veces al día». [223]
El Mariscal de la URSS, G. K. Zhúkov, que era el primer sustituto del Comandante Supremo durante la guerra, escribe: «Una
capacidad de trabajo sorprendente, el don de captar rápidamente la
esencia de las cosas, le daban la posibilidad de recorrer y de absorber
una cantidad extraordinaria de informaciones diferentes al día, lo que
no era concebible más que para la capacidad de un hombre excepcional». [224]
Y precisa: «Stalin trabajaba sin respiro de 15 a 16 horas al día». [225]
Más adelante, el Mariscal Zhúkov sigue: «La actividad del Comandante
Supremo es inseparable del nombre de Stalin… cada uno trabajaba según
sus fuerzas y sus posibilidades. Pero todos intentaban compararse con
Stalin, cuando él, pese a su edad (62 a 65 años durante la guerra – nota
del traductor) estaba siempre activo e incansable». [226]
El Mariscal Zhúkov cuenta el caso siguiente: «En la marcha de la
operación de Pomerania Este, pienso que era el 7 ó el 8 de marzo de
1945, era necesario que volase rápidamente hacia la sede del mando
supremo, donde fui llamado por el Comandante Supremo. Desde el
aeropuerto, fui directamente a casa de Stalin que había vuelto a casa,
no sintiéndose muy bien. Después de haberme hecho algunas preguntas
sobre la situación en Pomerania y sobre el Oder, y escuchado mis
respuestas, el Comandante Supremo dijo: «Vayamos a pasear un poco,
porque hoy no estoy muy en forma. Se notaba un cansancio muy grande en
su habla, en su aspecto y en sus movimientos. Durante los cuatro años de
guerra, Stalin se cansó enormemente. Trabajaba mucho y no dormía
bastante. Todo esto no podía quedar sin consecuencias para su salud». [227]
8. Simplicidad y modestia en el trabajo, en su modo de vida y en sus relaciones con la gente
Durante toda su vida, Stalin dio un ejemplo personal de simplicidad y
modestia en su vida y en sus relaciones con la gente. Los ejemplos de
ello son innumerables. Vamos a relatar algunos ejemplos de los más
característicos.
El conocido periodista Leon Feihtwanger escribe: «No autorizaba
celebrar públicamente sus cumpleaños. Cuando se le saludaba públicamente
para su cumpleaños, subrayaba siempre que estas felicitaciones
concernían a su política y no a su persona». [228]
Cuando el Partido organizó unas conmemoraciones para su 60 y 70
cumpleaños, consideró esto como un reconocimiento del Partido y del
pueblo por los éxitos obtenidos bajo su dirección.
Podemos constatar su actitud, concerniente a los discursos y a las
palabras que le alababan demasiado, en su respuesta a la carta de Razin
del 22 de febrero de 1946: «Las expresiones en honor a Stalin molestan al oído, y uno se siente molesto al leerlas». [229]
El Mariscal Vasilevski escribe: «Stalin no hablaba nunca de sus
méritos, hasta donde he podido observar. Al menos, yo no he tenido la
oportunidad de oír semejantes cosas. La medalla de «Héroe de la URSS» y
la distinción de «Generalísimo» le fueron entregadas por los comandantes
de los frentes, con la conformidad escrita del Buró Político del Comité
Central del Partido Comunista. Y tenía menos medallas que los
comandantes de las gentes y de los ejércitos». [230]
Molotov dice en sus memorias: «Se trata de la condecoración
otorgada a Stalin «Héroe de la URSS» y después de la guerra, del título
de «Generalísimo de la URSS». Stalin dijo que no correspondía a las
exigencias para la obtención de una distinción así: La condecoración de
«Héroe» no puede ser otorgada más que por heroísmo personal. Yo no he
cumplido tal heroísmo, y no cogió la estrella. (…) Stalin lamentaba
haber aceptado el título de «Generalísimo». Esto se debía al deseo de
Kaganóvich, Beria y otros, pero los comandantes de las gentes insistían
también. Stalin se lamentaba: ¿cómo he podido aceptar? La primera vez se
había negado, después la había aceptado y lo deploraba». [231]
El comportamiento categórico de Stalin sobre este tema es descrito por Shchemenko:
«Los miembros del Buró Político se encontraban en el gabinete de
Stalin. El jefe de la retaguardia, A. V. Khruliov, informaba. Al final
de su informe, pidió permiso para enseñar a los presentes el nuevo
uniforme. Stalin estaba de buen humor y dijo: ¡Bien! Que el Estado mayor
lo vea también La señal fue dada en el salón de recepción. El
Intendente en jefe, P. I. Drachev, entró.
Stalin le echó una mirada y frunció el ceño. Aparentemente, había adivinado para quién era este uniforme.
-¿A quién tiene usted la intención de vestir así? Preguntó a
Khruliov, moviendo ligeramente la cabeza hacia el Intendente en jefe.
-Este uniforme es propuesto para el Generalísimo – contestó Khruliov.
-¿Para quién? – preguntó Stalin.
-Para usted, camarada Stalin.
El Comandante Supremo le pidió al Intendente en jefe que saliese, y
sin molestarse por los presentes, estalló en una retahíla. Discutía el
enaltecimiento demasiado grande de su persona; dijo que eso no era
inteligente, dijo que no se esperaba una cosa así por parte del jefe de
la retaguardia.
Así se acabó esta idea de uniforme de generalísimo. Hasta el final
de su vida, Stalin llevó el uniforme de Mariscal, como todos los otros
Mariscales». [232]
Stalin no soportaba las tentativas de elogios y los signos de
fidelidad personal. Eso se constata en la carta a Shatunovski del mes de
agosto de 1930:
«Usted habla de su fidelidad hacia mí. Es, a lo mejor una frase
que se le ha escapado por casualidad Yo le aconsejaría rechazar el
«principio» de fidelidad hacia las personas. Esto no es Bolchevique. Sea
fiel a la clase obrera, a su partido y a su Estado. No confunda esto
con la fidelidad hacia las personas, es palabrería intelectual, vacía e
inútil.
Saludo comunista. Iósif Stalin». [233]
V. M. Molotov dice del comportamiento de Stalin hacia la gente: «Stalin
respetaba a la gente con la cual trabajaba. Yo le decía abiertamente lo
que pensaba, tanto lo positivo, como lo negativo. Siempre era crítico.
Respetaba a los miembros del Buró Político, los científicos, los
escritores. Pero a Kírov y a Zhdánov, los quería, simplemente». [234]
De su comportamiento atento, sin formalismos, respetuoso, cuenta S. M. Shchemenko:
«Iósif Stalin seguía atentamente los acontecimientos de nuestros
avances en los países bálticos. Antonov (el jefe del Estado mayor del
Ejército Soviético – nota del autor) tenía que ir cada vez más a menudo a
la «Villa cercana», a ver a Stalin. Una vez, llegamos a la hora de la
cena (Stalin cenaba hacia las 21 ó 22h., e incluso a veces más tarde).
El Comandante Supremo nos invitó a pasar al comedor. No era la primera
vez que esto ocurría y he guardado en mi memoria algunos detalles
curiosos. Las cenas en casa de Stalin, incluso las más grandes, se
desarrollaban sin servicio. Éstos sólo traían al comedor todo lo que
hacía falta y se retiraban en silencio. En la mesa se encontraban
dispuestos de antemano los cubiertos, el pan, el coñac, el vodka, vinos
secos, condimentos, algunas hierbas medicinales, champiñones y frutas.
De costumbre, no había embutidos o demás entremeses. No soportaba las
conservas.
Las entradas estaban dispuestas en otra mesa de al lado, con una
pila de platos limpios. Stalin pasaba de una fuente a otra, levantando
las tapas y hablando en voz alta: Ahá, potaje… y aquí sopa de pescado.
Nos servimos un poco de potaje de col. Y se servía. Después llevaba su
plato a la mesa.
Cada uno de los invitados hacía lo mismo, sin hacerse de rogar,
independientemente de su grado. Cada uno tomaba lo que le gustaba.
El segundo servicio llegaba, y de nuevo cada uno de los invitados
tomaba lo que quería. Se bebía, claro está, uno o dos vasos. Cuando nos
invitó a comer por primera vez, Antonov y yo rehusamos beber. Stalin se
dio cuenta de ello y con una media sonrisa dijo: la gente del Estado
mayor puede beber un vaso.
En vez de postre, se traía té. Se servía desde un gran samovar, colocado sobre la mesa de al lado.
Más tarde, siendo ya jefe del Estado mayor, tuve la oportunidad de
almorzar con Stalin, no sólo en Moscú, sino también en el Sur, donde
descansaba, y donde éramos llamados para hacer nuestros informes.
Allí también, el ritual del almuerzo se realizaba sin ceremonias». [235]
Es interesante, a lo mejor, evocar una anécdota de la vida cotidiana de Stalin, que describe S. M. Shchemenko:
«El final de agosto de 1944 fue particularmente bonito. Stalin
estaba cansado, como todos nosotros, por la increíble tensión de nuestra
vida cotidiana de guerra, y prefería trabajar en su casa. Presentábamos
allí los informes sobre la situación y los documentos para firmar. A
menudo se reunían allí también los miembros del gobierno.
En los pocos momentos de descanso, nuestro anfitrión era muy
acogedor y le gustaba que visitáramos el jardín. Una vez, señaló un
pequeño montículo sin árboles y dijo que después de la guerra haría
crecer allí sandías. Antonov y yo nos miramos, era una manera de decir
que el clima de Moscú no era el del Sur…
Pero, poco después de la guerra, nos acordamos de las sandías.
Después de la parada de la aviación en Toushino, que fue aplazada
varias veces por causa del mal tiempo, Stalin invitó a los miembros del
Buró Político y de la dirección del Ministerio de Defensa.
Las mesas estaban puestas en la Alameda de los abedules en la
«Villa cercana». El tiempo era magnífico, nuestro humor también. Después
del almuerzo, Stalin nos llevó a la pequeña colina, donde efectivamente
crecían algunas decenas de sandías. Él escogió una sandía gorda, la
llevó a la mesa y, haciendo un hábil gesto, con un único golpe de
cuchillo, la partió en dos. La sandía era muy roja y muy dulce. No nos
quedó más que extrañarnos de cómo en ese clima moscovita podían crecer
sandías». [236]
Es, a lo mejor, el escritor francés Henri Barbusse, quien ha descrito de la manera más breve y más fiel la imagen de Stalin: «Stalin es un hombre con una cabeza de sabio, una cara de obrero y el traje de un soldado raso. Stalin es el Lenin de hoy». [237]
Y el escritor ruso, Máximo Gorki escribió: «es un gran regocijo
para el hombre vivir y luchar en un país donde la gran sabiduría del
Partido y la voluntad de hierro de su dirigente, Iósif Stalin, libera
para siempre al hombre de las costumbres y supersticiones renegadas del
pasado». [238]
La misma idea es expresada en uno de los cantos más populares en la Unión Soviética, «Canción por la Patria» (Original en ruso):
Mi querido y vasto país,
Estás lleno de bosques, de campos y ríos,
No conozco otro país,
Donde el hombre respire así de a gusto.
La autoridad de Stalin se había edificado en las innumerables
batallas de clase, y se había transformado en fuente de gran energía
social en los años de los planes quinquenales, y en gran patriotismo
socialista durante la guerra.
El nombre del Stalin significaba para la gente común: esperanza,
optimismo y victoria. Stalin amaba al pueblo soviético. Esto resalta de
manera flagrante en su petición al pueblo soviético y a los soldados
soviéticos, realizada el 3 de julio de 1941. De esta petición emana un
calor y una preocupación paternal, basta con citar sólo el principio:
«¡camaradas! ¡Ciudadanos!
¡Hermanos y hermanas!
¡Combatientes de nuestro ejército y de nuestra flota!
¡Me dirijo a vosotros, mis amigos!»
En el prefacio de su libro «Regreso de la URSS», el célebre escritor francés, André Gide, escribe: «la
autoridad de Stalin ha crecido orgánicamente con los éxitos de la
construcción económica. El pueblo le está agradecido a Stalin por el
pan, la carne, el orden, la educación, y por la creación del ejército,
que asegura su bienestar. El pueblo ha de tener alguien a quien expresar
su reconocimiento por la indiscutible mejoría de sus condiciones de
vida, y por eso, no ha escogido nociones abstractas, no el comunismo
abstracto, pero sí a un hombre concreto, Stalin.» [239]
El disidente soviético, A. Zinóviev, escribe: «Hasta su muerte, mi
madre guardó en el Evangelio el retrato de Stalin. ¿Por qué? Porque
gracias a los koljóses, sus hijos pudieron dejar el pueblo y se
integraron en la vida urbana contemporánea. Uno de sus hijos se hizo
profesor; otro, director de fábrica; el tercero, oficial; y los otros
tres, ingenieros. Algunos millones de otras familias rusas han vivido la
misma evolución». [240]
Friedrich Engels había conocido, estando vivo, la misma popularidad creciente… que sin embargo no ha disminuido hoy. [241]
Stalin no utilizó su autoridad ni su popularidad para enriquecerse:
no tenía cuentas en bancos extranjeros, ni siquiera una cantidad
ahorrada, ninguna riqueza. Se dice que el único objeto que le
pertenecía, era su pipa. El escritor norteamericano, Theodore Dreiser,
quien visitó la Unión Soviética en la época de los planes quinquenales
de Stalin (en los años 30 – nota del traductor), escribió que lo que más
le había impresionado eran dos cosas: «el entusiasmo jamás visto del pueblo soviético, y el salario de Stalin: 225 rublos, cuando el de un minero era de 250 rublos». [242]
Es esta gran autoridad la que había sido renegada por Jruschov a
través de su informe «Sobre el culto a la personalidad y de sus
consecuencias», inaugurando la campaña calumniadora contra Stalin, que
sigue hoy y crea el desconcierto en el espíritu de la gente.
En su discurso en el entierro de Marx, Federico Engels dijo:
«Marx fue el hombre más detestado y más calumniado de su época por
los enemigos de la revolución. Pero su nombre y su obra sobrevivirán
durante siglos». [243]
Desde hace 120 años, el nombre y la obra de Marx siguen brillando
como una estrella. La comunidad científica lo ha designado como “el
pensador del milenio”.
Molotov recuerda que, durante la guerra, Stalin había dicho de sí mismo:
«Sé que cuando muera, se tirarán sobre mi tumba montones de
inmundicias. Pero el viento de la historia se las llevará sin piedad». [244]
Cincuenta años después de su muerte, la campaña calumniadora contra
el nombre y la obra de Stalin está en su apogeo. Esta campaña repite las
mismas calumnias, y añade nuevas. Escritores y científicos escriben
«memorias», hacen entrevistas, películas son «creadas». Todo esto con
una sola meta: denigrar su personalidad, ligada a todos los éxitos del
socialismo.
¿Por qué sigue este odio? ¿Cuál es la meta buscada con esta continua campaña calumniadora contra Stalin?
Se puede contestar a esta pregunta de la manera siguiente:
Marx y Engels crearon la ciencia de la revolución, de la liberación
de la clase obrera y de la construcción del socialismo y del comunismo:
fueron calumniados por los enemigos de la revolución.
Lenin organizó y realizó, por primera vez en la historia, la
revolución socialista y empezó la construcción del socialismo sobre una
sexta parte del planeta: también fue calumniado por los enemigos de la
revolución.
Stalin, como continuador de la obra de Marx, Engels y Lenin, fiel a
su teoría, realizó la sociedad socialista. Esta sociedad ha demostrado
su vitalidad, siendo un ejemplo seductor para todos los pueblos
explotados de la tierra: es por eso que la campaña calumniadora sigue y
seguirá siempre.
Pero vendrá el día en el que las masas retomarán la bandera del
socialismo, y girarán sus miradas hacia el ejemplo de la realización de
esta sociedad nueva en la época de Stalin.
Molotov escribe:
«Sin duda alguna, el nombre de Stalin se elevará de nuevo y retomará su sitio glorioso en la historia». [245]
Y el disidente soviético, A. Zinóviev, escribe: «Era un
antistalinista convencido desde los 17 años. (…) Cuando Stalin estaba
vivo, yo veía las cosas de otra manera. Pero ahora, abrazando el siglo
XX, digo: Stalin ha sido la más grande personalidad de este siglo, el
más grande genio político. Tener una mirada científica hacia alguien es
muy diferente de su posición personal hacia él». [246]
El sacerdote ruso, Dimitri Dudko, quien fue condenado dos veces al
campo penitenciario, la primera vez en la época de Stalin, escribe en
1995 lo siguiente:
«Si, Stalin nos fue enviado por Dios. Creó un Estado tal que, se
haga lo que se haga para destruirlo hoy, no se consigue acabar con él.
Incluso destruido, siempre dará miedo a los países capitalistas
demasiado alabados. No hemos visto en la época de Stalin, tal
degradación moral, tal criminalidad, como existe hoy. [247] (…) Es por eso que yo, como cristiano ortodoxo, hago mi reverencia más profunda ante Stalin. [248] (…) Ya es hora de que Stalin sea rehabilitado». [249]
Tres años después de Congreso del PCUS, con ocasión del 80º
Aniversario del nacimiento de Stalin, el 21 de diciembre de 1959,
Winston Churchill, en su discurso ante la Cámara de los Comunes en
Inglaterra, declaró:
«Fue una suerte para Rusia que, en los años de las grandes
pruebas, a la cabeza del país se encontraba el genio e inquebrantable
Comandante, Stalin. (…) Era la persona más brillante, que hacía frente a
nuestra época cruel y cambiante, en la cual se desarrolló su vida. (…)
Stalin poseía, ante todo, un agudo sentido del humor y del sarcasmo, y
la capacidad de captar exactamente nuestros pensamientos. Esta fuerza de
Stalin era tan grande, que se ha impuesto como el único entre los
dirigentes de Estado de todos los tiempos y de todos los pueblos (…)
Stalin nos impresionaba mucho. Poseía una profunda sabiduría, reflexiva y
lógica, privada de cualquier pánico. En los momentos difíciles, era el
maestro invencible para encontrar una salida a la situación más
embrollada. Tanto en los momentos más críticos, como en los momentos de
victoria, Stalin era siempre comedido y no caía nunca en ilusiones. Era
una persona extraordinaria. Creó y sometió un imperio enorme. La
historia no olvida personas así». [250]
¡Qué absurdo más extraño! Winston Churchill, el enemigo nº 1 de la
Unión Soviética, reconoce y eleva alabanzas a la autoridad de Stalin,
cuando el miembro del Comité Central del PCUS, Jruschov, lo calumnia y
reniega de su personalidad.
Algunos de los émulos fieles a Jruschov, intentan comparar e incluso
situar sus méritos, y en general, la actividad de Jruschov, más alto que
la de Stalin, eso es tanto como decir, medir lo inconmensurable. ¿Se
puede comparar al gorrioncillo de las calles con una potente águila de
las montañas mirando en la lejanía?
A esta pregunta, los pueblos soviéticos han contestado lo más
objetivamente posible, creando poesías y canciones a la gloria de
Stalin. ¿Existen poesías sobre Jruschov? No hay más que pequeñas
historias. Porque los pueblos soviéticos no veían en la persona de
Jruschov la autoridad de un dirigente, meritorio, aún cuando él, después
de la muerte de Stalin, se auto designó «Héroe de la URSS», y tres
veces «Héroe del trabajo socialista».
Vamos a citar un extracto de una de las innumerables poesías
dedicadas al dirigente del Partido y del país, cuyo nombre está ligado a
todos los triunfos y victorias de la URSS, la poesía de Dzhambul
Dzhambaev, poeta de Kazajstán, llamado «el ruiseñor de la felicidad
popular» (en noviembre de 1942, 16 soldados de Kazajstán envían una
carta a Dzhambul Dzhambaev, dirigiéndose a él con estas palabras:
«Nuestro ardiente cantante, ruiseñor de la felicidad popular» – nota del
autor).
Mi Stalin: Canto esta canción para ti* (Original en ruso)
Contigo me encuentro las mañanas claras,
Contigo me siento a beber un té,
Contigo canto mis canciones preferidas,
Contigo suelto mi corazón a volar,
Contigo acaricio a mis nietos satisfechos.
Mi querido maestro, educador del pueblo alegre,
Eres el corazón, y la voz de los poemas de las estepas,
Eres la alegría del pueblo, eres el alba de la vida,
Eres la fuerza, y la gloria, y mi canto que retumba.
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