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6 oct 2020
14 sept 2020

La necesidad del Partido Comunista.
José Luis Gómez Gata
Estamos
asistiendo al agravamiento de la crisis del sistema capitalista. Ante
la imposibilidad de explotar nuevos mercados, las contradicciones
interimperialistas se agudizan por el control de los mercados y de las
fuentes de materias primas existentes. Las Dictaduras del Capital se
vuelven hacia sus respectivas clases obreras, incrementando la
explotación para elevar la tasa de ganancias fruto de la plusvalía.
Eliminan derechos sociales como prestaciones, subsidios o
indemnizaciones por despido, reducen las aportaciones a la seguridad
social que corresponde a las empresas, pero que en realidad forman parte
del salario diferido de los trabajadores, se reducen las distintas
pensiones, tanto por enfermedad como de jubilación. Se tiende a la privatización de servicios como la sanidad o la educación, hacer un negocio de estos servicios.
Esto
lo han hecho por igual las dos patas de las modernas dictaduras
burguesas, la derecha reaccionaria y la socialdemocracia en sus
distintas versiones. Por ejemplo en España correspondió a la
socialdemocracia las primeras reformas laborales que redujeron
prestaciones e indemnizaciones, el aumento de la edad de jubilación a
los 67 años o la destrucción del tejido industrial como condición para
la entrada en la Unión Europea.
Las condiciones laborales,
sociales y de vida de los trabajadores se deterioran rápidamente y las
perspectivas para las nuevas generaciones son muy negras.
En
estas condiciones, se han producido estallidos sociales mas o menos
espontáneos como, por ejemplo en Chile o en Francia. Pero sin ningún
tipo de resultados tangibles. La razón es la inexistencia de partidos
comunistas en esos países que dirigieran ese descontento hacia un
objetivo revolucionario, socialista. Y lo que es mas grave, en esos países y en otros existen
partidos llamados “comunistas”, ideológicamente socialdemócratas y
completamente integrados en el régimen de dictadura burguesa, lo que
desprestigia y devalúa la palabra comunista ante los ojos de los
trabajadores que los perciben, con absoluto acierto, como una
facción mas del régimen burgués. Todavía no estamos ante una situación
similar al desprestigio del nombre de socialdemocracia de los partidos
obreros en torno a la I guerra mundial, pero nos vamos aproximando.
La Clase Obrera necesita un Partido Comunista para conseguir su liberación económica y social, también en España.
Un Partido Comunista es un instrumento político, no una secta religiosa ni un club de amigos
y para que sea ese instrumento político, para que realmente actúe como
vanguardia que dirija a la Clase Obrera al Poder para la construcción
del Socialismo debe establecer una serie de prioridades estratégicas y
una línea ideológica correcta.
No es el objetivo de este
artículo entrar en disquisiciones teóricas del marxismo-leninismo.
Establezcamos como premisa que estamos de acuerdo en la línea ideológica
teórica general. Centrémonos en los medios y objetivos estratégicos y
en la lucha ideológica concreta contra la influencia burguesa en las
organizaciones que se reclaman del marxismo-leninismo, la infección de
la ideología burguesa que se da manera concreta en nuestra realidad.
Para ello hago una serie de propuestas para la recuperación de la esencia comunista y que pueda servir para aglutinar a los comunistas en torno a un Partido fuerte y, al mismo tiempo, delimitar
y diferenciar a la militancia comunista de los oportunistas que
infectan y degradan a organizaciones que se reclaman del comunismo.
1.- Recuperar la esencia de clase del Partido de Vanguardia de la Clase Obrera. Es decir, establecer la actividad prioritaria del Partido en el Movimiento Obrero.
En
nuestro país los trabajadores están desarmados ideológicamente y
organizativamente a raíz del abandono por parte del reformismo del
movimiento sindical para centrarse en los cargos públicos de las
instituciones del Régimen y en las pantomimas electorales organizadas
por este. La reconstrucción del sindicalismo de clase debe ser la
prioridad absoluta de un Partido Comunista que realmente lo sea.
Los
trabajadores necesitan un sindicato de clase de ámbito estatal, que
defienda sus intereses de clase y mediante el cual recuperen la perdida
conciencia de clase. Ante una realidad del “sindicalismo alternativo” dominado
por el nacionalismo, el corporativismo y el control de pequeñas
organizaciones por parte de elementos pequeño-burgueses que actúan en
función de sus intereses económicos personales o de satisfacción de su
vanidad y narcisismo y ante el fracaso evidente durante décadas en
intentar estructurar a estas organizaciones sindicales, en esencia
corporativistas, se hace mas evidente que nunca la necesidad de
dirección del Partido Comunista, actuando como vanguardia, en la recuperación del Sindicalismo de Clase.
2.- Lucha
contra la infección ideológica burguesa en la organización, que en
nuestra realidad concreta está representada principalmente por el
posmodernismo en todas sus facetas, es decir desde la asunción de
supuestos, inventados e irreales “lenguajes inclusivos” hasta la defensa
de formaciones sociales transversales e interclasistas como la de “la
mujer” o los “gays”, que no admiten diferenciación de clase. El Partido Comunista es el Partido de la Clase Obrera, nada más y nada menos,
para otras cosas están los partidos reformistas y socialdemócratas. Y
lo mas grave es que estos oportunistas desprecian tanto la elaboración
teórica científica del marxismo en torno a los orígenes sociales de la
doble explotación de la mujer trabajadora como por los logros reales
de los países que construían y construyen el Socialismo en la liberación
real de la mujer trabajadora y su igualdad con el hombre. Logros inimaginables incluso en la mas progresista y avanzada sociedad democrático burguesa. El
oportunista abraza estas teorías creadas y difundidas por la burguesía,
destinadas a encubrir las contradicciones de clase y la propia lucha de
clases y sustituirlas por otras luchas estériles, interclasistas y
transversales.
Contra este tumor maligno hay que luchar de manera resuelta y sin complejos hasta su extirpación total.
3.- El antiimperialismo también debe ser una prioridad militante de los comunistas.
Especialmente los comunistas que actuamos en el interior del monstruo
imperialista tenemos el deber de combatirlo y solidarizarnos con los
pueblos que se resisten a su dominio.
En cuanto a la construcción del necesario Frente Antiimperialista, tanto a nivel estatal como internacional, hay que actuar con el máximo tacto político huyendo de cualquier tentación sectaria, burocrática o formalista. Hay que tener en cuenta que aquí deben confluir distintas tendencias ideológicas, desde el reformismo hasta el marxismo-leninismo. Y hay que establecer mecanismos lo más democráticos posibles y la máxima autonomía de las organizaciones de base. Si no, estaremos ante otro fiasco testimonialista mas.
4.- Combatir las tentaciones electoralistas. No se trata de participar en las elecciones organizadas por la burguesía o no, esto es una cuestión táctica que dependerá de las condiciones concretas y siempre que suponga un avance en el proceso de de acumulación de fuerzas en el objetivo del Socialismo. Hay que recuperar el concepto leninista de que la participación del Partido en las elecciones debe ser para denunciar al capitalismo y a su dictadura. Participar en unas elecciones de la misma manera que el resto de las facciones políticas del Régimen, tiene dos efectos negativos: degenerar la esencia del Partido y degradar la imagen de este ante los trabajadores que no lo verán como la fuerza alternativa al sistema capitalista si no como otra facción mas en el circo electoral. Muchos no han aprendido de la actuación de los reformistas que adaptan constantemente sus programas a las exigencias del régimen para poder ser incluidos en sus medios de propaganda y obtener mas votos. Al final, ante la opción de votar al original socialdemócrata o la fotocopia reformista, los trabajadores, desorientados, optan por votar al original. Pierden los votos y degradan la poca organización partidista que tenían. La fuerza de un Partido Comunista no se mide en los resultados electorales de unos comicios absolutamente controlados y manipulados por la burguesía si no por su influencia en el Movimiento Obrero y en los movimientos de masas.
5.- La organización comunista debe cumplir con los preceptos organizativos del Centralismo Democrático, que puede adoptar distintas formas pero que esencialmente debe cumplir con la supeditación de la minoría a la mayoría y de las estructuras inferiores a las superiores.
Es necesaria la disciplina, la “disciplina consciente” que teorizara Lenin. Pero también hay que combatir el autoritarismo, el burocratismo y el formalismo, que lleva a castrar la capacidad de actuación de las organizaciones de base (las células y comités territoriales) paralizando la actividad política de la organización, condenando al Partido al teoricismo estéril y al testimonialismo. Una dirección formalista y burocrática se convierte en una auténtica organizadora de derrotas.
Los llamados “brazos de madera”, lameculos sin criterio propio, con un nivel de formación bajo o simples oportunistas, son una lacra difícil de erradicar. Una dirección oportunista siempre será respaldada por estos elementos, esta dirección se apoyará siempre en ellos y los favorecerá organizativamente frente a militantes y organizaciones que ejercen la necesaria y totalmente revolucionaria crítica. Históricamente este fenómeno ha sido determinante en el proceso de degeneración oportunista de diversos partidos comunistas.
6.- La unidad de los comunistas debe seguir siendo también un objetivo prioritario. Todos somos conscientes de que hay una gran cantidad de comunistas que por distintos motivos no están organizados y que también hay una infinidad de siglas que se reclaman comunistas. En el primer caso, hay una tendencia a la “cibermilitancia” poco productiva y en el segundo, todos los intentos de unidad entre distintas siglas ha resultado un fracaso. Y esto es así porque muchas de esas siglas no puedan considerarse realmente como partidos. Un grupo de 10 o 20 militantes no es en absoluto un partido si no un grupo de amiguetes que coinciden en su individualismo pequeño-burgués. Siglas ampliadas por el megáfono de las redes sociales pero realmente vacías. Sus egos jamás aceptarán la mas mínima disciplina organizativa.
Todos los comunistas tenemos el deber de realizar el máximo esfuerzo en la construcción de ese poderoso instrumento de la Clase Obrera, de la construcción de la Vanguardia política de la Clase Obrera.
Hay que tener muy en cuenta que en ningún partido comunista, ni en ningún colectivo humano, se ha dado ni se puede dar la unanimidad ideológica absoluta. La lucha ideológica es una realidad objetiva dentro de la organización. Hay cuestiones secundarias y otras no tanto que se pueden corregir o revertir mediante esa lucha ideológica. Es una irresponsabilidad abandonar un partido en este caso sin dar la batalla ideológica pero, por lo que nos demuestra la experiencia histórica, también es una pérdida de tiempo seguir en una organización completamente degenerada e irrecuperable.
Este artículo, sencillo y conciso, pero posiblemente incompleto, solo pretende ser una propuesta para el debate entre comunistas, pero no un debate estéril, si no con el objetivo práctico de avanzar en la construcción de un poderoso y eficaz Partido Comunista que aglutine a todos los militantes marxistas-leninistas.
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8 ene 2020

Ante el nuevo gobierno socialdemócrata
GOBIERNO SOCIALDEMÓCRATA, ÚLTIMA ESPERANZA DE LA BURGUESÍA PARA TRATAR DE SUPERAR SU PROFUNDA CRISIS
Más allá de los mediáticos exabruptos de una derecha cortijera, envalentonada por décadas de políticas conservadoras desarrolladas por la alternancia PSOE/PP en los gobiernos centrales, autonómicos y locales, es necesario entender que, tal vez, la alternativa que ofrece el gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, sea la última oportunidad con que cuente el núcleo dominante de la oligarquía española para gestionar una salida de la crisis que le garantice la unidad del mercado que conquistó por las armas en 1939, y que logró consolidar durante estos 40 años con la Transición pactada tras la muerte del tirano en 1975.
En el desarrollo de estos acontecimientos no se nombra a quiénes, sin duda, hemos sido los grandes ausentes del debate parlamentario. Nadie, más allá de menciones puntuales a asuntos muy concretos de especial significación, como puede ser el caso de algunos aspectos de la última reforma laboral o la ley mordaza, situó una agenda detallada para la recuperación de derechos para la clase trabajadora y los sectores populares. Sólo se oyeron voces para ensalzar la llamada “cultura del emprendimiento” y para facilitar la creación de PYMEs; pues en boca de la socialdemocracia, la nueva y la vieja, queda claro que la ciudadanía, hace tiempo ya que, en aras del interclasismo, derrotó a la clase obrera.
La necesidad de institucionalizar el discurso del “mal menor” que, desde los Pactos de la Moncloa, ha servido para legitimar décadas de pacto social y conciliación de clases, será la divisa del nuevo gobierno. Un gobierno que, muy probablemente, partiendo de alguna medida de indudable interés social como, tal vez, la subida del SMI o cierta regularización del mercado del alquiler o de las casas de apuestas que inundan los barrios obreros, acabará aplicando todos y cada uno de los mandatos que, desde los poderes fácticos del Estado y las instituciones europeas e internacionales, se le impongan para gestionar la crisis estructural del capitalismo. Es muy posible que repitamos el escenario del gobierno de Zapatero, que inició su mandato retirando valientemente las tropas de Iraq, pero que acabó siendo el gobierno que más militares españoles desplegó a lo largo y ancho del Orbe.
POR LA REPÚBLICA SOCIALISTA DE CARÁCTER CONFEDERAL
POR LA SALIDA DEL EURO, LA UE Y LA OTAN
a 7 de Enero de 2020
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